Tengo un punto hacia donde ver, es decir, no tengo ninguna duda de hacia donde me dirijo.
Resulta ser que el último año de mi vida ha sido un ir y venir, un conocer y sorprender, una ilusión y desilusión, un amor y un desamor, respirar y estresar.
Así es cuando vives en una de las ciudades más grandes del mundo y cresiste en provincia, es un gran cambio que acaba por hacerse cotidiano.
Pero para ser franca, he llegado a un punto donde no se a donde pertenesco: Durango o DF.
En el ir y venir de las cosas me pierdo y todo el estres que envuelve a esta ciudad me contamina, la corriente me arrastra a consecuencias de mis desiciones que son tomadas al calor del momento.
No me arrepiento de nada, el crecimiento espiritual es bastante comparado con lo tenia hace apenas un año y medio.
En fin, solo quiero decir que me siento feliz de estar de vuelta en el blog... Aloha DF!!!